v i l l a • m a i r e a • n o o r m a r k k u • f i n l a n d i a • a l v a r • a a l t o • 1 9 3 9

Quiero empezar esta sección con una obra de uno de los arquitectos que más admiro, Alvar Aalto.
A lo largo de toda su obra, Aalto puso de manifiesto una voluntad de libertad, de espontaneidad que dieron a sus diseños un toque personal y característico. Su preocupación principal fue siempre la concepción de una unidad armónica, tanto funcional como estética.
Sin embargo, Alvar Aalto no entiende el funcionalismo como un racionalismo frío, impersonal y geométrico, sino a través de líneas suaves y ondulantes, en el empleo de aluminio, cobre y maderas de ricas y diversas texturas y tonalidades, en fachadas articuladas, en muros recubiertos que atenúan la severidad de líneas y ángulos en la búsqueda de fuentes de luz, accesorios y mobiliario que humanizan, dan calidez y amabilidad al ambiente.
Aalto definía como tarea obvia del arquitecto, humanizar la naturaleza inerte de los materiales. Su deseo de acercar el hombre a la naturaleza le hacía cuestionar aquellos avances técnicos que no supusieran una mejora real de la calidad de vida.
“Sólo hay dos cosas en el arte: la humanidad o la falta de ella. La simple forma, algún detalle en sí, no crea humanidad. Hoy en día contamos con suficiente arquitectura mala y superficial que es moderna”.
“La arquitectura tiene un motivo interior: la idea de crear un paraíso. Este es el único propósito de nuestras casas. Si no llevamos este pensamiento entre nosotros, todas nuestras casas serán más simples y triviales y la vida no será digna de vivir”.
Solo decir que las fotografías no le hacen justicia, porque como las mejores obras de arquitectura gana en las distancias cortas y rehúye a ser capturada en toda su dimensión en la instantánea de una simple fotografía. Así pues os recomiendo que si teneis oportunidad de visitarla lo hagáis y la disfrutéis.
Fotografías Pablo Falcón.











