El edificio histórico, diseñado en 1897 por D. Antonio Crespo, es un elegante volumen prismático muy sencillo y simétrico, tipológicamente entre el pazo urbano y el edificio de viviendas burgués, colindante a la Iglesia de la Trinidad.
A lo largo de la vida del edificio se han ido realizando diversas intervenciones bastante desacertadas, que desvirtuaron el volumen original.
La estrategia proyectual parte de recuperar el volumen original del edificio histórico y complementarlo con un anexo, con el que establece una relación de diálogo, en la que se diferencian claramente lo nuevo y lo viejo.
Este diálogo se establece en un plano de igualdad, desde el respeto por lo antiguo, pero también desde el compromiso con la contemporaneidad, con la sostenibilidad y las soluciones constructivas y tecnológicas actuales.
Este nuevo volumen permite acoger nuevas circulaciones, instalaciones y servicios generales, que tendrían difícil ubicación en el edificio histórico, en el que se ubican oficinas abiertas y despachos, buscando un equilibrio entre el acomodo de un complejo programa y el respeto al carácter de unos espacios heredados.
En el edificio histórico se mantiene la estructura de muros, sobre la que se apoya una estructura de madera, que queda vista y se recupera la escalera histórica, el zaguán y la carpintería histórica, destacando unas bellas galerías que flanquean la fachada principal.
En el anexo nuevo, se realiza una estructura mixta de acero y hormigón, con carpinterías de madera en su color, fachadas de acero corten y vidrio, que dialogan y contrastan con las de piedra revocada con cal y madera pintada del edificio histórico.
En cuanto a los acabados interiores, el amplio uso de la madera, en pavimentos, carpinterías, paramentos, techos, y el detalle formal del alistonado que resuelve distintos cometidos funcionales y estructurales, dotan de un carácter unitario a la obra.